En el cardo podemos encontrar flavonoides, ácido clorogénico, un jugo amargo llamado cinarina, sales de potasio y un polímero que por hidrólisis libera fructosa. También se ha comprobado la presencia de fermento Lab o quimosina, capaz de cuajar la leche. Pero, por lo que más se aprecia el cardo, es por ser un excelente alimento dietético para aquellas personas que no toleran bien la fécula, sobre todo para los diabéticos.
Otras propiedades que se le atribuyen son como colerético, colagogo, diurético y hepatoprotector. Se emplea con éxito contra la ictericia, así como en cualquier enfermedad de las vías biliares. También se utiliza como hierba de cuajo, por el fermento Lab, empleándose mucho en la fabricación de quesos. Para la preparación del cuajo, la parte utilizada es la flor, que debe cortarse cuando se abre la alcachofilla; posteriormente se deseca a la sombra y se guarda herméticamente.
En general, la mejor manera de aprovechar las virtudes del cardo es comiéndolo en cualquiera de las múltiples preparaciones que existen, incluso crudo. Es un alimento muy agradecido, capaz de adquirir el sabor que se le quiera dar. Según la leyenda, Enrique VIII era un gran apasionado del cardo, hasta tal punto que lo degustaba a todas horas, con una pasión desproporcionada. Otra agradable manera de ingerir esta planta es en forma de bebidas amargas y licores.
Administración:
.- Decocción. Por cada taza se emplea una cucharada grande de hojas de cardo desecadas y troceadas. Se mantiene el agua hirviendo durante 10 minutos. La dosis es de 2 ó 3 tazas al día, después de las comidas.
.- Uso del cardo como cuajo. Como hemos comentado previamente, se emplean las flores, que se ponen a macerar en agua durante unas cuantas horas; pasado este tiempo se filtra el agua y se añade sobre la leche, calentada a no más de 40°C. Luego se remueve para que se mezcle bien la leche con el agua y se deja reposar para que cuaje.
Weight | 100 g o 1 kg |
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